Si mala persona no es

Hay países siniestros en los que se obliga a los bomberos a reprimir manifestaciones, pero semejante iniquidad la pagan siendo una mierda de países, ceros a la izquierda en el concierto de las naciones.

También los nazis del III Reich utilizaron a los bomberos varsovianos para dinamitar e ¡incendiar! edificios y manzanas enteras del «gettho» judío con personas dentro, y se sabe de muchos caballeros del fuego que optaron por la muerte antes que obedecer una orden tan canalla. Porque hay profesiones de muerte, muy institucionales y muy patrióticas pero de muerte, y hay profesiones de vida, de ayuda humanitaria y de solidaridad, para las que por cierto, hay que tenerlos muy bien puestos, mejor puestos que para las otras, que basta con apretar un gatillo.

Pero a lo que íbamos, que si a un bombero no se le puede mandar a dar palos, a los chicos de la Cruz Roja y de Protección Civil no se les puede enviar tampoco a que hagan de esquiroles de señoras de la limpieza en huelga. Lo que hizo el otro día la delegada del Gobierno en Madrid, Ana Tutor, enviar a Barajas unas fuerzas de paz en pian de guerra, no tiene nombre. Humildes y dignísimas trabajadoras con sueldos de hambre (55.000 pesetas al mes) se habían declarado en huelga de escobas caídas porque la empresa no les quería subir mil duros, y a doña Ana, que sin duda debe ganar algo más, no se le ocurrió otra cosa que mandar a la Cruz Roja y a Protección Civil a reventarles la acción de protesta.

Las escenas vividas en el aeropuerto, merced a la iniciativa de esa extraña socialista, produjeron nauseas en la ciudadanía. Tutor, que no había movido un dedo para proteger a los artesanos de Santa Ana de la furia de los esbirros de Matanzo, que no había dado transporte a la gente más necesitada durante la larga y reciente huelga de la EMT, reaccionó rápido ante los papelillos y las bolsas de ganchitos y cortezas esparcidas por el suelo de Barajas, y no mandó a los bomberos a regar un poco aquello de milagro, aunque los bomberos, estoy seguro, se hubieran negado a secundar una orden tan inmoral y tan estúpida. Ahora, sin embargo, parece que la señora delegada ha reparado en lo equivocado de su acción y se ha puesto a mediar entre las partes enfrentadas en la huelga con un vigor y una cosa en verdad admirables.

Está bien; se ve que no es una mala persona y, además, sabido es que rectificar es de sabios, aunque hay gente, como parece ser el caso, que por mucho que rectifique no consigue ni un adarme de sabiduría.

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