El matrimonio gay da un paso en EEUU
El Tribunal Supremo de Estados Unidos dio ayer un nuevo paso
para extender el matrimonio entre personas del mismo sexo en ese país. Y lo
hizo sin tomar ninguna decisión. Justo al contrario.
Lo único que hizo fue
rechazar a trámite el recurso de cinco estados contra las uniones del mismo
sexo. Uno de esos territorios, Utah, se puso a emitir certificados matrimoniales
10 minutos después del dictamen.
Con esta decisión, 24 de los 50 estados que forman EEUU –más
el Distrito de Columbia, formado por la capital del país, Washington– ya
aceptan las uniones matrimoniales entre personas del mismo sexo. El rechazo del
Supremo también abre la puerta a que otros seis estados legalicen este tipo de
uniones en las próximas semanas.
En total, 51 millones de estadounidenses
podrían pasar a vivir en territorios en los que las uniones homosexuales son
legales tras el dictamen del Supremo.
La decisión, como escribió ayer el columnista de The
Washington Post Chris Cillizza, "es otra muestra de evidencia de que la
lucha por el matrimonio gay se ha terminado en este país". Pero también
trae "malas noticias para las parejas homosexuales en estados como Texas,
Mississippi y Tennessee", en palabras de Sahil Kapur, de la web de
izquierdas Talking Points Memo.
La razón es que el Supremo de EEUU nunca ha ilegalizado las
uniones entre homosexuales. Lo que ha dicho es que el Estado federal –más o
menos, el equivalente de la Administración central española– no puede
prohibirlo. Pero los estados, sí.
Ésa es la principal clave de la cuestión. Los
territorios cuyos recursos fueron tumbados ayer, a su vez, recurrían al Supremo
en última instancia, porque los jueces de esos territorios habían declarado que
tenían que permitir a los homosexuales casarse.
Ahí es donde se acerca la
próxima batalla judicial: en los estados que forman parte del llamado cinturón
de la Biblia –Mississippi, Louisiana y Texas– y en Tennessee, Kentucky, Ohio y
Michigan.
Esos territorios están bajo la jurisdicción de los conservadores
Quinto y Sexto Circuito de Apelaciones. Y es probable que al menos uno de ellos
declare en los próximos meses que los estados bajo su jurisdicción tienen
potestad para prohibir el matrimonio homosexual.
Entonces, la disputa volvería al Supremo, cuya doctrina,
expresada en 2013, es que los estados son los únicos competentes en esa
materia. O sea, que la última palabra la tienen los Tribunales de Apelaciones
que, hasta la fecha, han fallado en la dirección favorable a estas uniones.
Pero aún quedan el Quinto y el Sexto Circuito, que podrían hacerlo en sentido
opuesto sin violar la letra de la sentencia del Supremo.
Con su terminante rechazo de ayer, el Supremo ha dado la impresión de que el espíritu de su doctrina coincide con la letra, y que el matrimonio gay debe ser aprobado en todo el país.
Con su terminante rechazo de ayer, el Supremo ha dado la impresión de que el espíritu de su doctrina coincide con la letra, y que el matrimonio gay debe ser aprobado en todo el país.
Si ése no es el caso, EEUU
podría quedar partido, con alrededor de media docena de estados –entre ellos el
segundo más poblado, Texas– no reconocieran unas uniones vigentes en el resto
del país y cuya legalización cuenta con el respaldo del 54% de la población,
según la empresa de encuestas Gallup.
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