Interrupción de películas por publicidad

A finales de este año, la deuda acumulada de La Cinq alcanzará los 50.000 millones de pesetas, y eso, unido a sus propios problemas en el sector escrito, ha desalentado definitivamente a Hersant. Desde que él entró, en 1987, se ha producido la casi totalidad de esa deuda. Hersant, que era presidente de la cadena, traspasa la presidencia a un hombre de Lagardére, Yves Sabouret. 

Uno de los problemas esenciales con que se topa -y más en momentos de recesión publicitaria- la televisión comercial francesa es la estricta reglamentación del uso de la publicidad, y otros con el objetivo de «proteger» a la industria del cine, que en Francia es algo así como un patrimonio nacional. Así, olvidada la euforia del nacimiento de televisiones comerciales como La Cinq o M6, la clase política se ha puesto de acuerdo con los poderes públicos para recortar los segmentos publicitarios entre programa y programa o en mitad de una película. 

Nada que ver a partir de ahora con la Italia de Berlusconi, cuyos telespectadores tienen que sufrir la machacona interrupción de películas por «Spots». Por otra parte, los largometrajes sólo pueden emitirse en detetminadas noches de la semana con lo que se pretende incitar al a salir a ver un espectáculo, en particular el cine en la pantalla grande.


Esta situación no afecta a Canal Plus, la cadena codificada, que impulsada por los poderes públicos -está controlada por el «holding» semipúblico Hayas- obtuvo tratamiento de favor: emisión constante de películas, incluso de estreno, tras un acuerdo con los representantes de las salas de cine que fue fuertemente promovido por el poder político. Eso le aseguró un fulgurante éxito comercial y unos altos beneficios que contrastan con la situación de las cadenas de emisión no codificada. Otras reglamentaciones también muy restrictivas son las referidas al contenido de la programación (50% francés, 10% europeo); un impuesto del 15% sobre los ingresos brutos de cada cadena, para ayudar a la financiación de series televisivas autóctonas. 

De esta manera, incluso sufre la cadena TF1, cuya privatización sonrió a la candidatura encabezada por el constructor Francis Bouygues (frente a la de Lagardére, en la que estaban los diarios Le Monde y El País), y que por ser heredera de la vieja primera cadena estatal ha mantenido el primer puesto de audiencia. TF1 tiene un 42% de la audiencia francesa y tuvo unos ingresos brutos dé 100.000 millónes de pesetas en 1989. Pese a ello sus beneficiós netos fueron sólo de 4.200 millones de pesetas. En declaraciones a la revista Time, el subdirector de TF1, Cyrille du Peloux, explicaba: «Si tuviésemos un "cash flow" mayor, podríamos diversificamos más y financiar más coproducciones europeas. Pero con las varias restricciones, no nos queda casi nada». Su esperanza es que antes o después «la integración europea signifique que las reglas del libre mercado se apliquen también a Francia». 

Las limitaciones del cine en la televisión son una de las causas de la importancia de los programas puramente televisivos, con innumerables paneles de debate, algunas veces -no todas- interesantes. Y de ahí la pugna por las estrellas televisivas como Patrick Poivre d'Arvor, Christine Ockrent o Bernard Pivot entre cadenas públicas y privadas, con salarios millonarios, fichajes y desfichajes: de ellos dependía en buena medida el éxito de una cadena. Pero el éxito de audiencia no significa, en Francia, éxito empresarial asegurado. Ahora, el descenso real en el reparto de la «tajada» publicitaria ha llevado a que el paisaje audiovisual francés aparezca de pronto con demasiadas bocas para pocos platos. Tres cadenas públicas (Antenne 2, FR3 y La Sept) y cuatro privadas (TF1, privatizada por el Gobierno Chirac en 1986, Canal Plus, La Cinq y M6) parecen demasiadas para subsistir todas de forma duradera. Esta situación ha llevado en más de una ocasión al ministro de Cultura Jack Lang y la ministra encargada de la Comunicación, Catherine Tasca, a dejar caer que «existe una cadena de más». Según las malas lenguas, los dos ministros se refieren a La Cinq.

Pero no hay que adelantarse a los acontecimientos. Por de pronto, la situación en La Cinq es que el Conseil Supérieur de l'Audiovisuel (CSA, el supremo organismo, perro guardián de la TV y autor de todas esas restricciones) autorizó la semana pasada el cambio de propiedad de la cadena. El 25% de Hachette es el tope máximo que la ley francesa -como la española- autoriza en la televisión privada. Pero -como en España también Lagardére, editor y fabricante de armas (Matra), cuenta con el respaldo de un grupo de bancos amigos que poseen poco más del 20%. Un analista como Serge Siritzky, director del boletín Telescoop, opina: «Lagardére podría conseguir sacar a La Cinq de números rojos, pero le costará más de lo que él piensa, y tardará más de lo que él también piensa». Lo que piensa Lagardére es que se puede llegar a números negros en 1994. 

En Francia se opina que la decisión del CSA es una clara derrota para Lang y para Tasca, que querrían ver la desaparición de una cadena. Los competidores de La Cinq también se movieron con vigor para lograr la clausura de esta cadena, o su relanzamiento con una licencia mucho más reducida que la actual. El CSA, sin embargo, no ha dejado de recoger las actuales inquietudes del sector: en su decisión sobre La Cinq se solicita a la editorial Hachette, nuevo socio en posición de control -seis puestos de los once del consejo de administración...-, que estudie modos de cooperación con la pequeña M6, nacida como «cadena musical» pero pronto pasada al generalismo, que también pierde dinero. (Como todas las cadenas salvo TF1 y Canal Plus). 

Por ahora, la cooperación con M6 es una idea en el aire y las conversaciones están en vía muerta. Y la «toma del poder» por parte de Lagardére y de sus hombres (procedentes en buena parte de la emisora de radio, también suya, Europe 1) ha causado desmoralización en la casa: «patoso», «una invasión». Muchos, apuntaba Libération, mostraban su escepticismo: sólo es la cuarta vez , en cuato años que un nuevo patrón llega a La Cinq prometiendo relanzamiento y éxito.

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