En la capital europea


El Berlín reunificado va a ser de nuevo la capital de Alemania, pero algunos ven más: «Será más que la suma de sus dos partes», promete en Time la directora de planificación de Berlín Oriental, Dorothea Krause, «será el centro de toda Europa». Otra causa más, quizá, de preocupación para unos europeos que ven que la unificación germana se hace a una velocidad vertiginosa y un tanto amenazante. Pero, en cualquier caso, la historia de altos y bajos de Berlín -que ha endurecido y, a la vez, enorgullecido a los berlineses- es una historia sin parangón entre las de las grandes ciudades. Por eso le dedica su «cover story» la revista. Fundada en el siglo XIII, sólo con la unificación de Bismarck en 1871 se convirtió en capital del imperio, «uniformemente bella», según un entusiasta Mark Twain.

Luego llegó la derrota terrible de 1918. Después, los «Goldene Zwanziger» -los dorados años veinte-, cuando Berlín fue la capital vanguardista de todo, incluso del hedonismo: los años en que coincidían en la ciudad la voz ronca de Marlene Dietrich, el baile desnudó de Josephine Baker, los ritmos agridulces de Kurt Weill, los rascacielos de cristal de Mies van der Robe, la música de Arnold Schönberg, las obras de teatro de Bertolt Brecht, las películas de Fritz Lang, las teorías de Albert Einstein... Y entonces llegó Adolf Hitler, y tras él la destrucción de la ciudad por las bombas. Ahora llega una nueva resurrección, como la mayor ciudad entre París y Moscú.

Dice el alcalde de Berlín Occidental, el socialdemócrata Walter Momper: «La capital vendrá aquí, sin duda. Y más. El centro de gravedad de Europa se mueve hacia el Este... Escribe Otto Friedrich: «Algunos berlineses han vivido ya varias vidas. Y saludan cada una de esas nuevas vidas con un chiste».

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