El último asalto de Schumacher

Hoy comienzan los entrenamientos del Gran Premio de Australia, última prueba del Campeonato del Mundo de Fórmula 1. A esta cita llegan Michael Schumacher y Damon Hill tan sólo separados por un punto en la clasificación del certamen. Por tanto, el resultado es de lo más incierto. Aunque Michael Schumacher y la mayoría de los periodistas desplazados a Adelaida -en cuyo circuito urbano se disputa la carrera- parecen muy seguros de su triunfo.

Tras el Gran Premio de Japón, la semana pasada, los pilotos no han tenido demasiado tiempo para aprovechar su viaje al confín del mundo, y tan sólo han dispuesto de dos días de descanso real, martes y miércoles.

Michael Schumacher viajó hasta Sydney el lunes con el fin de pasar un par de días en compañía de su novia Corinna, en el hotel Hyatt Park, frente al edificio de la Opera.

Otros como Hill, prefirieron quedarse en la zona norte de Australia, cargando las baterías para llegar directamente hasta Adelaida y reclamar en la primera ocasión de que dispuso, un aumento de sueldo por parte de Williams para el año que viene, algo que según el propietario del equipo será bastante difícil, ya que el contrato está firmado oficialmente por ambas partes.

También David Coulthard, que sin correr ninguno de estos grandes premios no ha querido perder la oportunidad de estar cerca de sus compañeros, y sobre todo de los directores de equipo para poder hacerse con un volante el año próximo, que bien podría ser el de un Benetton, también viajó a la localidad australiana de Sydney.

En los últimos días el británico Hill ha acusado la tensión. Les ha dicho a los dirigentes de su equipo, la escudería Williams Renault, que no siempre han atendiendo a sus deseos en cuanto a la configuración del coche para la carrera y que siempre le han exigido estar al máximo.

AUMENTO DE SUELDO.- De paso, ha pedido aumento de sueldo alegando que su salario como primer piloto del equipo es de los más modestos de los existentes actualmente en la Fórmula 1.

Lo que más irrita a Hill es estar luchando por el título y ser considerado «un niño» por su jefe de equipo, que no dudó en declarar: «No se le puede hacer mucho caso, es muy joven en términos de Fórmula 1». Baste indicar que Mansell, en su regreso a la Fórmula 1 este año, en el que correrá tan sólo cuatro carreras, ganará tres o cuatro veces más que Hill durante toda la temporada.

Schumacher y Hill se juegan todo a una carta y puede ocurrir cualquier cosa. En principio, el favorito es el piloto alemán, pero el circuito australiano es uno de los más complicados de todo el mundial, y en él se han dado ya muchas sorpresas, sabiendo Williams lo que es perder un campeonato en el último minuto, como le ocurrió en 1986 con Mansell y Piquet, batidos por el francés Alain Prost debido a un fallo del equipo.

Las cosas están bastante complicadas para el equipo Williams y también para Renault, que necesita el título mundial para conseguir una importante campaña publicitaria en el próximo año.

Tan sólo hay una cosa que tranquiliza al fabricante francés de motores y de automóviles de gran serie, y es saber que el año que viene sus motores llevarán el número 1, algo que no han conseguido en los dos últimos títulos que llevan ganados.

Sea el alemán Michael Schumacher o el británico Damon Hill el que consiga el título mundial de Fórmula 1, el año que viene ambos conducirán coches equipados con el motor Renault. Y además Ford tampoco podrá aprovechar la imagen de Schumacher, ya que a partir del próximo mes de diciembre, tiene un contrato vigente con el fabricante francés, Renault, que hasta ahora equipaba los Williams.

- Precedentes. Schumacher y Hill van a decidirse el título en la última prueba. Algo que sólo había ocurrido en diecisiete ocasiones a lo largo de los cuarenta y cinco Campeonatos del Mundo que se han disputado. Quizás el más dramático de todos ellos haya sido el de 1976, el año en que James Hunt arrebató el título a un Niki Lauda cuando éste, todavía con las secuelas de su accidente en Alemania, se retiró a causa de la lluvia.

- Senna. Adriana Galisteu, novia de Ayrton Senna, ha editado un libro con la empresa australiana APA titulado «Adriana, mi vida con Ayrton», que se vende en las antípodas a 5.000 pesetas, y en el que relata su vida con el campeón brasileño. La última novia de Senna está en Adelaida, como lo estuvo en Portugal, para rendir homenaje a la memoria del piloto y promocionar su libro.

- Propulsores. En estos momentos tan sólo hay cinco equipos que saben exactamente qué motores van a utilizar el año que viene: Benetton, con Renault, Ferrari con sus propios motores, Williams con Renault, Tyrrell con Yamaha y Jordan con Peugeot.

- El resto. El resto se debate en la incertidumbre. Sauber dispondrá con toda seguridad de los Ford oficiales. Minardi está a punto de llegar a un acuerdo con el hijo del fundador de Honda para que sus monoplazas corran con los motores japoneses. Y Arrows tiene posibilidades de contar con los Hart que utiliza hoy Jordan.

Michael Schumacher tiene la cualidad innata de ir deprisa con cuatro ruedas. Lo mismo que le pasaba a Ayrton Senna, a Jim Clark y algún otro piloto en la historia de la Fórmula 1.

- A favor Esa cualidad innata es su principal elemento a favor de cara a esta final. Sobre todo en un circuito tan difícil como es el de Adelaida. Además, hay que valorar la superioridad que le da el pilotar un coche como el Benetton Ford, de una fiabilidad absoluta. El motor del fabricante americano es menos potente que el de su rival, pero más utilizable. Y luego, hay que contar con la excelente táctica que, salvo en Japón, ha sabido aplicar en cada prueba el director de Benetton, Flavio Briatore, que le ha dado la victoria en más de una ocasión. El circuito urbano de Adelaida es además un circuito muy duro para los neumáticos, que hace necesarias varias paradas en boxes. Y esto beneficia a Benetton, que se ha convertido en el más diligente de los equipos en el trabajo sobre los coches durante las paradas.

- En contra Es evidente que no hay nadie en el equipo del alemán que le pueda ayudar, intercalándose en las primeras plazas. Esto le obliga a pelear por la victoria, por estar siempre delante de Hill, sin la posibilidad de poder utilizar ese pequeño margen de ventaja que tiene. Eso le va a obligar a luchar al límite en un circuito en el que los errores no suelen tener perdón y que se pagan con un choque contra el muro en el que el coche suele quedar completamente irrecuperable.

Damon Hill es el ejemplo del piloto constante y aplicado que ha sabido llegar a la Fórmula 1 a base de voluntad. Exactamente igual que lo hizo su padre, el dos veces campeón Graham Hill.

A favor Cuando comenzó en el automovilísmo deportivo, haciendo revivir el casco azul obscuro con rayas blancas que había caracterizado a su padre, nadie le dio la menor oportunidad. Esa es precisamente una de sus ventajas frente a esta carrera. Como Prost ha dicho, «Hill no tiene nada que perder». Esa forma de verle perdedor debería hacerle afrontar la carrera con una mayor tranquilidad. Mecánicamente dispone de un motor más potente y, por tanto, más rápido en las rectas de Adelaida en donde el año pasado ya tuvo una excelente actuación. Además, Hill puede contar con Nigel Mansell que si podría mezclarse en la carrera por el primer puesto y evitar una victoria de Schumacher o forzarla a una falta.

En contra En contra del británico está una cierta torpeza de su equipo. No han sabido sacar partido ni de su piloto ni de su coche. Calcando la táctica de Schumacher, le han hecho perder a Hill al menos tres carreras -Canadá, Portugal y Jeréz- en las que Hill podría haber estado por lo menos más cerca de su rival. Además, los cambios de neumáticos son tradicionalmente lentos en el equipo Williams en donde parecen estar más preocupados por Mansell que por el piloto que tiene opción al título. Si lloviera, pese al triunfo de Japón, Hill estaría también en desventaja.

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