Un lobo de mar en el Jubileo

Entre todas las embarcaciones del desfile que ayer salpicó el Támesis, avanzaba una con un invitado de honor con casi tantos años de navegación a su espalda como festejaba la homenajeada en el trono. Si Isabel II lleva 60 años reinando, Robin Knox-Johnston lleva casi 50 al lado de un barco con el que se convirtió en el primer marino en dar la vuelta al mundo en solitario y sin escalas. 

Ayer, Knox-Johnston navegó con su inseparable Suhaili, el queche de madera de apenas 10 metros de largo con el que dio la vuelta al mundo y con el que prácticamente ha navegado toda la vida. El velero hacía seis años que estaba inutilizado, pendiente de ser reparado, y el Jubileo ha sido la excusa perfecta para arreglarlo y volverlo a botar al mar. «El Jubileo es la mejor manera de mostrar a la reina el respeto que sentimos por ella, y también ha sido una oportunidad para reparar el Suhaili», explica quien es uno de los marinos más famosos del Reino Unido. 

Lo construyó él mismo en 1963 en los astilleros de Bombay, donde estuvo destinado un tiempo como oficial de la marina mercante británica. En 1965 regresó él solo en el velero de la India a Reino Unido, aunque se quedó sin dinero y tuvo que pasar una temporada trabajando en Sudáfrica. Al pisar de nuevo suelo británico en 1967, pensó que podía convertirse en la primera persona que navegaba alrededor del mundo sin escalas. Y lo logró en 1969. 

A sus 73 años, Knox-Johnston es una verdadera leyenda del mar, con una larga historia que contar trufada de peligros, pero también de golpes de suerte. Como cuando durante meses, en 1969, en el transcurso de la primera vuelta al mundo sin escalas, fue dado por muerto. Los diarios habían preparado ya su obituario cuando de repente apareció por el horizonte en el puerto de Falmouth. Llegó exhausto y enfermo, después de haber superado tormentas, una apendicitis y tras haber subsistido bebiendo únicamente agua de lluvia durante meses. 

Habían transcurrido 312 días desde que partió de la misma localidad. Participaba en la carrera organizada por el Sunday Times que pretendía coronar a la primera persona en dar la vuelta al mundo sin escalas y navegando en solitario. Participaron nueve expertos navegantes, pero todos ellos abandonaron en el transcurso de la carrera. Uno de los participantes enloqueció en medio del océano y se suicidó. Knox-Johnston entregó el premio en metálico a la familia de su contrincante muerto. 

Aquel 22 de abril de 1969, Knox-Johnston se convirtió en un héroe nacional, en una leyenda a la altura de los grandes exploradores que había dado el país. Desde entonces ha seguido batiendo récords e incluso la reina le otorgó el título de Caballero de la Orden del Imperio. 

En 2003 falleció su esposa. Pasó dos años sin salir de casa tras su pérdida, hasta que decidió regresar al lugar donde pertenecía, al sitio donde estaba cuando su esposa dio a luz a su única hija en 1963. Regresó al mar, y en 2006 se convirtió en la persona de mayor edad en dar la vuelta al mundo por mar en solitario y con escalas. 

Ahora, su pequeño velero está expuesto con otros históricos del país en la conocida como la avenida de las velas, junto al puente de Londres y con vistas al río Támesis.

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