El flamenco ya murió

Una silla, una guitarra y un retrato del maestro. Más allá, el ataúd, medio centenar de coronas de flores y al lado, Aurora Carbonell, entera, serena, con los ojos muy abiertos. 

La viuda de Enrique Morente recibía ayer a amigos y visitantes anónimos en la capilla ardiente del cantaor, fallecido este martes en la Clínica de la Luz de Madrid por complicaciones en una intervención de tumor de esófago. Más allá de las especulaciones sobre las causas de su muerte o sobre las posibles acciones legales de la familia, ayer fue el día para constatar que Enrique Morente no sólo fue una de las figuras capitales del flamenco, sino uno de los creadores más queridos de España.

Igual que un día antes Estrella Morente, hija mayor del cantaor, se mostraba asombrada con las muestras de cariño que recibía su padre en sus últimas horas de vida, ayer Aurora Carbonell abría los ojos para ver la cola congregada a las puertas del Palacio de Longoria de Madrid, sede de la Sociedad General de Autores y Editores (SGAE), donde se instaló la capilla ardiente. «No me imaginaba que la gente lo quería tanto», le explicaba ayer a Eva y Javier, componentes del grupo Amaral, que le dieron el pésame personalmente.

Aunque en un principio estaba previsto que la capilla ardiente se abriese a las 15.00 horas, no fue hasta las 16.30 h. que el ataúd con el cuerpo de Enrique Morente llegó a la sede de la SGAE procedente del tanatorio de San Isidro, debido a una demora en la autopsia en el Instituto Anatómico Forense de Madrid. Bajo dos banderas, de España y Andalucía, con sendos crespones negros y entre música flamenca que salía de las ventanas de un aficionado espontáneo y gritos de «¡Viva Enrique!», centenares de seguidores aplaudieron la entrada del féretro en el edificio.

Y entre las aglomeraciones de morentianos dispuestos a despedir al maestro, pequeños gestos anónimos, como el de ese chico que llegó en bicicleta y dejó una rosa y una nota: «Leyenda para siempre. Morente». O el de ese artista urbano que transformó un póster promocional de Camarón en una viñeta donde éste decía: «Hola Enrique. ¡Bienvenido!».

Quienes aguardaban cola -muchos de ellos desde hacía más de tres horas- han protagonizado un pequeño conato de revuelta a las 17.50 h., cansados de esperar, aunque 10 minutos después han podido pasar. En el patio del palacio, un discreto corrillo resultaba ser una reunión musical de altura: Antonio Carmona, Javier Limón y Paco de Lucía. Éste último, en declaraciones recogidas por Efe, afirmó: «Estamos hechos polvo todos. No sólo se nos ha ido un artista genial sino, sobre todo, una de las personas más derechas y decentes que ha habido nunca en el flamenco». Aún así, luego puntualizó: «Sus seguidores van a dejar patente que él no se ha ido nunca».

Otro flamenco, José Mercé, se mostró más dramático a las puertas del edificio: «El mundo del flamenco está ahora mismito muerto. Era una persona maravillosa».

Igual de desolados se han mostrado Miguel Poveda («Es una pérdida irreparable, una pesadilla, algo injusto. Se ha ido nuestro papi, el padre de todos a los que nos gusta el arte»), Vicente Amigo («No entiendo cómo el mundo sigue andando ya sin nuestro amigo Enrique»), Jorge Drexler («Fue la voz más innovadora de la música española de los últimos 50 años»), Ian Gibson («Ha dejado una música maravillosa que perdurará por todo el mundo»), Kiko Veneno («Nos quedamos muy huérfanos y vacíos»), Rosario Flores («Es el pilar de mucha gente y de mucho arte») y Víctor Ullate («Hemos tenido suerte porque nos ha deleitado con sus canciones»).

También la clase política desfiló por el velatorio. Así, Esperanza Aguirre dijo que era «el más grande o uno de los más grandes del flamenco» y lamentó su «pérdida inesperada». La ministra de Cultura, Ángeles González-Sinde; el vicepresidente tercero del Gobierno, Manuel Chávez; el presidente de la Junta de Andalucía, José Antonio Griñán; o el alcalde de Madrid, Alberto Ruiz Gallardón -quien anunció que la ciudad dedicará una calle al cantaor- dieron también sus condolencias a la familia. Joaquín Sabina, Lolita, Massiel, Enrique Ponce, Luis Eduardo Aute, El Brujo, Asunción Balaguer y Pilar Bardem también quisieron despedir a Morente.

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