La figura de Tintín inspirada en Léon Degrelle

Tintín era un boy scout danés, Haddock sale de la película Le capitaine Craddock (1931), el profesor Tornasol es el doble exacto de Auguste Piccard (el inventor del batiscafo, un pequeño submarino de propulsión autónoma) y las joyas robadas de la Castafiore -que era una versión rubia y con unos cuantos kilos de más de Maria Callas- eran las de Sofía Loren (a la diva italiana la desvalijó en los 60 un ladrón de guante blanco que la vigilaba día y noche: se llevó más de medio millón de dólares en piedras preciosas). 

Son algunas de las fuentes de inspiración que usó Hergé en los 24 álbumes del rubiales de tupé levantado y que repasa la exposición Aquell jove reporter belga que tenia un fox terrier blanc... en la Cuenta Expansión del Banco de Sabadell.

Una exposición que se inauguró ayer, coincidiendo con el preestreno de la esperada película de Spielberg y Peter Jackson: El secreto del Unicornio (que, casualmente, es el álbum -junto a su segunda parte- que más títulos ha vendido).

Tintín vuelve a estar de moda, cosas de Spielberg y sus superproducciones (el director se hizo con los derechos cinematográficos del personaje en 1984, sólo un año después de que Hergé muriera tras padecer una larga leucemia). ¿Pero dónde está el origen de Tintín? ¿Existió realmente un intrépido periodista (aunque casi nunca se le vea ejercer) que viajara por todo el globo? Aunque algunos tintinólogos especulan con que Hergé (pseudónimo que Georges Remi adoptó con 17 añitos) se inspiró en las facciones de su hermano Paul para diseñar al periodista, la teoría más plausible es que se basara en Palle Huld, un boy scout danés que escribió La vuelta al mundo en 44 días, un ejemplar (en francés, el que leyó Hergé) que abre la exopsición del Espai Cultural Unnim.

«Hergé era un gran perfeccionista, buscaba en la realidad modelos para sus historias. Las imágenes que sacaba de revistas, postales, anuncios, carteles e incluso de sus propios conocidos eran sus fuentes de inspiración», apunta el comisario Jacint Guillem, coleccionista y miembro de MoulinSab, la asociación de tintinófilos que coproduce la exposición. Aunque Palle Huld fue actor y rodó más de 40 películas, su nombre ha pasado a la historia porque a los 16 años ganó un concurso de la revista Politiken para emular el viaje de Phileas Fogg -pero en la mitad de tiempo- y celebrar el centenario del nacimiento de Jules Verne. Su look adolescente, con los pantalones abombados y tonos marrones, muy de boy scout, es calcado al de Tintín.

El mismo Hergé fue escolta: llegó a jefe de la patrulla de las Ardillas y tenía el profético (y totémico) apodo de Zorro Curioso. Y aunque Hergé no dio la vuelta al mundo, sí viajó a todos los continentes de la mano de Tintín, documentándose de forma exhaustiva (casi obsesiva) para dar verosimilitud a sus historias.

Las historietas de Tintín empezaron a publicarse en Le Petit Vingtième, suplemento juvenil que dirigía Hergé en el diario ultracatólico y nacionalista Le Vingtième Siècle. El 10 de enero de 1929, cuando Hergé tenía sólo 21 años, apareció la primera aventura de Tintín: En el país de los soviets (fue el director de la publicación, el abad Wallez, anticomunista y admirador de Musolini, quien le propuso Rusia como destino para que el periodista denunciara los crímenes de la URSS).
Al principio, Hergé publicaba dos planchas apaisadas por semana, que los tintinófilos de Sabadell han ido cazando en la red, ferias, librerías especializadas y tiendas de Bélgica. «El primer álbum es muy pobre en cuanto a documentación.

A Hergé le preocupaban más los gags semanales que estructurar la trama. A partir de El loto azul comenzó a documentarse en serio, fue después de conocer al estudiante chino Tchang Tchong-Jen y quedar fascinado por lo que le contaba de su país», señala Guillem.

Aquell jove reporter belga que tenia un fox terrier blanc..., que se podrá ver hasta el 19 de febrero, no se limita a hacer un tour por las influencias de Hergé, sino que presenta el contexto sociopolítico en el que fue concebido cada álbum (de 1929 a 1986, cuando se publicó el póstumo e inacabado Tintín y el arte alfa). Un contexto que resulta clave para entender el polémico Tíntin en el Congo, que tiene un juicio abierto por exaltación del colonialismo.

«Es un poco triste que se quiera prohibir el álbum. Es evidente que si se lee hoy resulta políticamente incorrecto, pero el colonialismo era algo absolutamente aceptado en los años 30. Se ha acusado a Hergé de muchas barbaridades: que si era racista, que si era nazi porque siguió publicando durante la ocuapción en Bélgica... ¡De fascista no tenía nada, sólo hace falta leer sus historietas!», lamenta Guillem. Quizás se le pueda acusar de eurocéntrico, pero Tintín hizo caer a Al Capone, neutralizó las redes de traficantes de opio del Mediterráneo, descubrió la impostura de los revolucionarios de América Latina y pisó la Luna antes que Armstrong.

El secreto del unicornio, que Hergé escribió en plena II Guerra Mundial, en una Bélgica ocupada en la que apenas se podía salir a la calle, es pura fantasía: una aventura épica para escapar del drama bélico. Con el filme de Spielberg, Tintín renace en pleno siglo XXI. «Tintín es atemporal. Sus aventuras siguen muy vigentes aunque la estética, los coches y los edificios sean de otra época. Además, los álbumes son una explosión de color y Hergé era el maestro de la línea clara», reivindica el tintinófilo.

Comentarios

  1. Tintin;nunca me cansaré de releer sus aventuras.....

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