El impacto de la fama en Perkins

El éxito fue rotundo y universal, catapultándole a la fama con tal fuerza que lo estampó contra ella. Desde entonces, para su suerte y su desgracia, Perkins es Norman Bates, el motelero asesino. Desoyendo a Hitch, abundando en las veleidades trágicas, fue emparejado con otras mujeres de más edad o más carácter: Ingrid Bergman en No me digas adiós (1961, Anatole Litvak) y Melina Mércouri en, naturalmente, Fedra (1962, Jures Dassin). 

Son sus momentos de mayor prestigio Perkins siguió haciendo teatro de forma intermitente y convirtiéndose en estrella internacional al poner rumbo a Europa. Rueda entonces El proceso (1962) de Kafka en versión de Orson Welles que, además de ser una gran película, sitúa la locura no sólo en él sino, sobre todo, en el mundo que le rodea. 

A partir de entonces comienza una cómoda decadencia que le lleva a hacer películas con André Cayatte y René Clement, que le coloca como secundario estrella de superproducciones cosmopolitas tipo ¿Arde París? Trampa 22, El juez de la horca, Asesinato en el Oriente Express e interviene en dos películas de Chabrol en las que hace parodia de sí mismo, Champaña para un asesino (1967) y La década prodigiosa (1971). Iniciados los años 70, Perkins parece acomodarse, tal vez gracias a los años o, como preferirían sus heroínas, a su matrimonio. 

Dirige teatro, utiliza su fama sabiamente y hace la única película en muchos años que transforma su imagen: en Recuerda mi nombre (1978, Alan Rudolph) él es el cuerdo asentado (casado en la ficción y en la realidad con Berry Berenson) y Geraldine Chaplin su ex pareja neurótica y obsesivamente vengativa. Pero le resulta más rentable esbozar una sonrisa mefistofélica y prolongar de forma algo irónica el mito que creó Hitchcock: Psicosis 2ª parte: El regreso de Norman (1983, Richard Franklin) y Psicosis 3 (1986, dirigida por él mismo) hacen sospechar que se ha reconciliado consigo mismo y superado su perturbado desamparo. Ahora parece un simpático pícaro, un genuino actor que representa siempre que se encuentra frente a una cámara Panavision o el micrófono de un reportero.

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