Los ludópatas no quieren las Eurovegas

Máximo Gutiérrez tiene 52 años, «pero estuve unos 15 totalmente descontrolado». Empezó con el julepe. «De ahí pasé a todo lo demás. Me he jugado cantidades que ni mi familia sabe, no te las voy a decir a ti».

Carlos Rodríguez tiene 68 y su familia no le deja jugar «ni al parchís ni a la Play». Un día, en los años 80, su jefe le pidió que fuera a cobrar 200.000 pesetas a un proveedor. «Al volver, me paré en un bingo. Saqué del coche sólo 5.000 pesetas, para asegurarme de que no cogía lo demás. Bueno, ya te imaginas lo que pasó. Al día siguiente, mi jefe me dijo: 'Si me hubieras pedido un millón, yo te lo hubiera dado. Pero así no. No puedo confiar en ti'. Y me echó».

Máximo y Carlos son autoprohibidos. Ex jugadores que, para no caer en la tentación y con el objeto de que les impidan la entrada en todo bingo o casino, se denunciaron a sí mismos. Además, son presidente y vicepresidente de la Federación Española de Jugadores de Azar Rehabilitados, que agrupa a unos 4.000 adictos. «Ponlo así, adictos, porque nunca dejas de serlo», dice Carlos.

Y sigue: «Nosotros hasta ahora hemos estado calladitos, somos una asociación que intenta ayudar a los ludópatas y no politizarse. Pero esto es demasiado. Esto es... increíble». Esto es el proyecto de Eurovegas, el megacasino rodeado de hoteles que Sheldon Adelson planea instalar o bien en Madrid (opciones: Alcorcón o Valdecarros) o bien en Barcelona.

«Es una barbaridad, la ludopatía va a subir un montón. Cambiar salud por empleo es una locura y lo vamos a pagar todos. Además, si lo traen a Alcorcón y con la crisis de por medio, cuánta gente humilde va a caer en esa trampa. Es una idea terrible, y lo peor es que nadie lo dice», explica Carlos.

Según los datos de su asociación, «al menos un 2% de la población española sufre ludopatía o juego patológico. y un 3% más es fronterizo, lo que la ciencia llama problemáticos. Así que tenemos hasta un 5%. Pero ojo, el efecto de la ludopatía lo sufre mucha más gente: en el 100% de nuestros tratamientos se trabaja también con la familia del ludópata. Familia en la que entra la ludopatía, familia que puede darse por jodida. Muchos familiares están en realidad peor que el propio ludópata», dice Máximo. 

«El gran problema con Eurovegas es que sólo se piensa en el ocio. Pero el juego no es sólo ocio puro y duro, es muchas otras cosas. Nosotros, conste, no estamos en contra del juego. Estamos por un juego responsable». El proyecto de Eurovegas y las exigencias de Adelson no están siendo públicamente transparentes, pero se ha informado de que una de las bulas legales del magnate versaría precisamente acerca de los autoprohibidos: quiere que en Eurovegas, igual que en sus casinos de Las Vegas y Macao, puedan entrar ludópatas diagnosticados y rehabilitados. «Esto sería otra barbaridad. El modelo de Eurovegas ya lo es. Dejar entrar a autoprohibidos sería otra. Dejar fumar sería otra. Es como revertir algunas conquistas que hacían nuestra sociedad más humana», explican.

«Nosotros, como colectivo, hasta ahora hemos estado calladitos. No molestamos porque no se nos nota. Al alcohólico y al yonqui se les nota. Nosotros podemos ponernos una sonrisa y no molestamos, pero esto se va a terminar», dice Máximo. «La adicción al alcohol y a otras drogas es física. La nuestra es más dura, es psíquica», remata Carlos.

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