Las catástrofes aéreas de América del Sur

Todavía prosiguen las tareas de identificación de algunas de las 123 víctimas del accidente del avión «Boeing» 727-200 que se estrelló, el pasado sábado, veinte minutos después de despegar del aeropuerto «Augusto César Sandino» de Managua.

Sólo 15 personas lograron sobrevivir al impacto contra el cerro «El Hule», en las cercanías de Tegucigalpa, entre ellos el matrimonio español Carlos Pellas Chamorro y Vivián Fernández.

Otros dos españoles que viajaban en el aparato siniestrado, María del Valle Lozano, secretaria del embajador español en Managua, y Francisco Irañeta, que trabajaba en Nicaragua en un proyecto agrícola, fallecieron en la que ha sido considerada como la catástrofe aérea más grave ocurrida en Centroamérica. El aparato iba a ser devuelto en el mes de enero a sus propietarios, la compañía norteamericana «Continental», después de haber realizado vuelos durante 25 años.

Antes de desintegrarse, el «Boeing» esparció, en un área de 1.500 metros cuadrados, decenas de cadáveres, 15 supervivientes, maletas, asientos y restos de fuselaje calcinados.

Más tarde, el personal de la Fuerza Aérea hondureña encontró la «caja negra» del aparato, que será enviada a Estados Unidos para esclarecer, con certeza, las causas del accidente. Según han asegurado varios radioaficionados, los fuertes vientos y las brumas impidieron que el avión aterrizase en el aeropuerto de «Toncontin», por lo que el piloto intentó un aterrizaje de emergencia en un campo de fútbol cercano, estrellándose finalmente.

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