Ya no hay imaginación en las novelas

Parece divertirse escribiendo sobre una ideología histórica determinada: «Creo que es más liberador que restrictivo. Es un poco como escribir sonetos en lugar de versos sueltos. Sí, los versos sueltos son más libres, pero el soneto requiere mayor ingenuidd, y la ingenuidad ha sido siempre un elemento imprescindible para la creación literaria». «Trabajando con una capacidad ingenua, el saber que Woodrow Wilson va a sufrir una depresión nerviosa, que Warren Harding va a morir y que William Desmond será asesinado, te facilita el armazón sobre el que puedes crear. 

Es decir, creo que en la mayoría de las novelas no hay imaginación». «La gente parece estar convencida de que el máximo exponente de la novela está en escribir un argumento sobre el matrimonio, porque es la más excitante experiencia de los individuos de clase media». En este momento de la conversación le recordé aquella ocasión en la que había dicho que «el amor romántico es una reciente aberración de la clase media acomodada». 

«Cuando escucho la palabra "amor" vuelvo a empuñar mi revólver. Generalmente la gente que utiliza esta palabra suele ser un ferviente derviche del odio. Y el amor es una de los más preciados cuchillos que pueden utilizar en un ínitmo contacto corporal, tal y como hacen en su oficio religioso. Todos los fraudes hablan de amor». Mientras otros escritores se deslizan cómodamente en la madurez de sus días, es alentador ver cómo Gore Vidal -próximo ya a lo que él mismo llama «el ocaso de mi vida»- se mantiene en la oposición a toda posible ortodoxia. 

El humor le conserva bastante sano: «Sólo existe un camino de acercamiento a la propia vida. Si yo me tomase todo esto en serio, ya habría muerto de hipertensión. Pero mi punto de vista siempre ha sido un poco genial. Nunca he sido un pánfilo. Creo que es mi genialidad lo que inspira tanto odio. Los que querrían ser mis enemigos no pueden soportar que no les tome en serio».

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