La verdadera historia de los cuentos populares

Una joven que oculta su belleza bajo una sucia piel. ¿A quién se le puede ocurrir semejante idea? Es la primera imagen que nos viene a la cabeza al hablar del cuento de Piel de Asno. Bueno, la primera y en muchos casos la única, porque no es una historia que tengamos tan presente como la de Caperucita. Eso ahora. Hace más o menos un siglo, Piel de Asno era el cuento de hadas por excelencia. Pero hoy su popularidad pasa por horas bajas. Ni la factoría Disney le ha dedicado la más mínima atención. Y todo porque, como dirían nuestros bienpensantes políticos, Piel de Asno ha cruzado todas las líneas rojas para ir más allá de lo tolerable: plantear la historia de un incesto. ¡Qué escándalo, señor!

Antes de que nadie se rasgue las vestiduras, conviene recordar que el tema de los abusos aparecía con frecuencia en los cuentos populares. Pero con los años se trató de eliminar todo rastro de lo políticamente incorrecto. En el artículo In the Dark Wood: Abuse Themes in Common Fairy Tales (En el bosque oscuro: los temas de abusos en los cuentos populares, Northern State University, 2003), Anna Roberts explica que "los cuentos más conocidos entre los lectores occidentales contemporáneos han sido descafeinados por sus recopiladores y por las interpretaciones de Hollywood, pero aún muestran a ancianas que aterrorizan a los niños, a padres y madres que abandonan a sus hijos o a madrastras que ofrecen manzanas envenenadas a los pequeños. Los cuentos contienen un componente velado de violencia, incesto y abuso sexual".

Que los relatos que la abuela contaba a la lumbre fueran bestias tenía su razón. Como escribe Helen Pilinovsky en Donkeyskin, Deerskin, Allerleirauh: The Reality of the Fairy Tale (Piel de Asno, Piel de ciervo, Allerleirauh: la realidad del cuento de hadas, The Endicott Studio, 2001): "Las actitudes modernas de los escritores victorianos o de Walt Disney persiguen el entretenimiento, generando un modelo de 'cómo deberían ser las cosas', que puede resultar perjudicial cuando se compara con la realidad. El objetivo no era sólo el entretenimiento, también enseñar: mostrar a los oyentes que no estaban solos, comunicar actitudes sobre aspectos que nunca se hablaban en público, y presentar soluciones".

La utilidad era diferente. "A los niños no se les contaban tonterías, sino que se les ofrecían herramientas que les ayudaran a vencer sus dificultades. En contra de lo que muchos puedan creer hoy en día, la literatura no hace daño", afirma Blanca Álvarez, autora de La verdadera historia de los cuentos populares (Morata, 2011). Y eso que reconoce que Piel de Asno "es el clásico ejemplo de incesto. Y no es inocente: el padre quiere casarse con la hija porque es como la madre".

En la versión de Perrault, la más popular, el relato presenta la existencia de un asno que, en lugar de sus necesidades, da oro a su dueño: el rey. El monarca está feliz y adora a su esposa y a su bella hija. Sin embargo, la reina enferma y, antes de morir, le hace prometer que sólo vuelva a casarse si encuentra a una mujer más bella que ella. Cuando el rey queda viudo, sólo una dama del reino supera en belleza a la difunta: su hija. A la chica le horroriza la idea de casarse con su padre y recurre a su hada madrina, quien le aconseja que le pida vestidos imposibles. Pero no hay petición que se le resista, la chica pone a prueba los sentimientos del rey solicitando la piel del asno que le da oro. El soberano se la concede, lo que no deja a la chica más salida que huir, oculta bajo el cuero del animal.

En su segunda parte, Piel de Asno parece una variante de La Cenicienta, ya que la princesa se refugia en una posada donde la obligan a desempeñar trabajos penosos. Un príncipe descubre su belleza y consigue que la chica cocine un pastel, en cuyo interior pierde una sortija. El joven anuncia que se casará con la dueña del anillo y recibe la visita de mujeres para probárselo, sin éxito, ya que tienen los dedos gruesos. La princesa demuestra que la joya es suya y se casa con él. Como moraleja, el autor apunta a que "la virtud puede ser infortunada pero resulta siempre coronada".

Charles Perrault publicó su primera versión de Piel de Asno en verso, en 1694. Por esa época, ya se conocían otros cuentos de chicas acosadas sexualmente por sus padres, según averiguó D. L. Ashliman, que realizó varios estudios sobre folclore para la Universidad de Pittsburg. En Incest in Indo-European Folktales (El incesto de los cuentos populares indoeuropeos, 2008) reúne algunos casos: "Por ejemplo, en el cuento islandés Helga y el enano, una mujer, sintiendo que pronto va a morir, le da a su hija un punzón mágico que le facilita huir de los avances sexuales de su padre. De forma similar, la heroína de [Giambattista] Basile, La Osa, recibe una vara mágica de una anciana que convierte a la chica en oso cuando se la coloca en la boca, revertiendo la relación entre ella y su padre y permitiéndole escapar".

Y es que, durante siglos, el incesto tuvo notable presencia en la literatura. El antropólogo Leslie A. White lo confirma en su obra La ciencia de la cultura (Paidós, 1982): "Hallamos episodios incestuosos en las mitologías de innumerables pueblos. Y en las culturas avanzadas, desde Sófocles hasta Eugene O'Neill, el incesto ha sido uno de los más populares de todos los temas literarios". Pero fue en el siglo XX cuando llegaron los reparos. Y el cuento de Piel de Asno quedó en el olvido. Ni siquiera logró resucitarlo la película que el cineasta francés Jacques Demy rodó en 1970 con una bellísima Catherine Deneuve como protagonista.

¿Hay que mantener a los niños alejados de historias incestuosas como esta? No todos los autores comparten opinión. En The Complete Fairy Tales by Charles Perrault (Los cuentos completos de Charles Perrault, Oxford University Press, 2009), Christopher Betts comenta que los adultos "pueden entender 'matrimonio' como un eufemismo del abuso sexual, pero para los niños pequeños, las implicaciones permanecen ocultas; una niña pequeña que anuncia que se quiere casar con su papá no expresa en realidad lo que piensan los adultos ".

Piel de Asno ha despertado críticas por ofrecer una imagen machista en la que las culpas recaen sobre las mujeres. En The Classic Fairy Tales (Los cuentos de hadas clásicos, 1999), la especialista en literatura infantil María Tatar denuncia que "las madres son las malvadas y obligan a hacer promesas que convertirán en víctimas al padre y a la hija". Y cuando no es culpable la madre, lo es la hija. En este cuento la culpabilidad se refleja en la huida de la joven que se esconde y sufre vejaciones por no querer casarse con su padre. Aunque eso sí, como buena princesa no renuncia a esperar su príncipe azul. En Los silencios de Yocasta (Siglo XXI, 2005), Lucie-Anne Skittecate explica cómo el personaje es una heroína pasiva. "Los atavíos de Piel de Asno, el anillo o el zapatito de Cenicienta, son objetos fetiches que garantizan un encuentro amoroso".

Entre el incesto y la imagen de la mujer no es raro que el cuento popular no disfrute de su mejor momento. Sin tener en cuenta las interpretaciones. Algunas sorprenden, como la de Carolina Eliacheff y Nathalie Heinich, autoras de Madres-hijas (Algaba Ediciones, 2003): "El cuento no nos dice si la joven era anoréxica, pero lo sugiere: preparando un pastel, metió un anillo muy pequeño, ninguna niña tenía un dedo tan delgado". Al final, alguien va a pensar que, pidiendo trajes y cargándose a la principal fuente de ingresos, Piel de Asno simboliza el origen de la crisis económica.

Comentarios

Entradas populares